Una conexión inesperada entre Nueva Zelanda y África

El singular mundo aviar de Nueva Zelanda cuenta con una nueva peculiaridad: el predecesor de Aptornis, un ave de gran tamaño ya extinguida, procedía de África.

 

Aptornis (que en inglés recibe también el nombre de adzebill, o pico de azuela) era un pájaro, grande como un niño, que vivía hasta hace unos siglos en las islas Norte y Sur de Nueva Zelanda. Por desgracia, los primeros habitantes maoríes, a poco de llegar a la isla, exterminaron a esa ave pesada, incapaz de volar, parecida a los rálidos. Solo quedan unas docenas de esqueletos de sus dos especies en los museos. Ofrecen, eso sí, ADN suficiente para aclarar las relaciones de parentesco de los adzebills, como explican en Diversity Paul Scofield, del Museo de Canterbury (en Nueva Zelanda), y su equipo. El resultado al que han llegado sorprende. Los Aptornis, bastante grandes, pesados, guardaban un parentesco muy estrecho con los mucho más pequeños Sarothrura watersi de Madagascar, que pesan menos de 50 gramos. Y aquel predador de Nueva Zelanda tuvo que evolucionar pasada la época en que Nueva Zelanda y Madagascar formaban las dos todavía parte de Gondwana.

La separación entre los pico de azuela y los Sarothruridae ocurrió, calculan estos investigadores, hace 40 millones de años, pero Nueva Zelanda se separó de Gondwana y quedó aislada como poco hace 52 millones de años. Parece, pues, que el predecesor de Aptornis llegó a Nueva Zelanda por una dispersión de larga distancia, no por una fragmentación continental. Aquella ave evolucionó considerablemente. Aumentó de tamaño; su peso se multiplicó por 50; El pico se reforzó. La división en dos especies, una en cada isla principal de Nueva Zelanda, fue reciente: tuvo lugar hace entre uno y dos millones de años. Fue posterior a la separación de las masas de tierra precursoras de las dos islas de hoy por un estrecho, llamado de Manawatu, y se produjo cuando estaban, en cambio, unidas por un istmo, antes de la apertura del actual estrecho de Cook.

Los adzebills, por otra parte, no son la únicas especies de ave de Nueva Zelanda que guardan un parentesco con otras de Madagascar. Los kiwis, por ejemplo, son los parientes vivos más cercanos de la gigantesca ave elefante de la isla africana. Y diversas especies de patos de ambas islas  tienen antecesores comunes. Como conjetura Kierin Mitchell, una de las coautoras, de la Universidad de Adelaida, el paso de Madagasar a Nueva Zelanda debió de producirse a través de la Antártida: «Hasta hace 30 millones de años hubo regiones costeras de la Antártida que no estaban heladas y a las que cubrían bosques». Las aves quizá siguieron esa trayectoria entre ambos mundos en vez de sobrevolar el vasto océano que los separa.

 

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