Simultanagnosia: la extraña condición de quienes no pueden ver más de un objeto a la vez

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Image captionImagina mirar objetos rodeados de lineas

Esta historia empieza con Agnes (no es su nombre real), quien tras padecer una corta enfermedad tuvo que hacerse un examen neurológico.

Los resultados no fueron nada fuera de lo normal salvo por un pequeño detalle: tenía problemas para describir lo que ocurría en una serie de imágenes que le mostró su doctor Joel Shenker, de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos.

Por ejemplo, en una de fotos había un niño robando unas galletas de la cocina mientas su madre estaba ocupada lavando los platos.

Agnes podía describir las cortinas y la ventana de la cocina, pero nada más.

Cuando le volvieron a mostrar la imagen, pudo describir al chico que se estaba robando la galleta, pero fue incapaz de detectar cualquier otra cosa de la escena, incluyendo las cortinas y la ventana que había descrito la primera vez que le mostraron la imagen.

En muchas formas este es un caso clásico de simultanagnosia, un trastorno que hace que Agnes pueda percibir objetos individuales pero no toda la escena.

Pero a diferencia de la mayoría de la gente que tiene este trastorno -que normalmente se desarrolla con Alzheimer u otro tipo de demencia- no había nada malo en el cerebro de esta mujer estadounidense.

Lo que significaba que por primera vez los investigadores podían explorar exactamente qué era lo que ocurría en el cerebro con simultanagnosia.

Vida normal

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Image captionUna persona con simultanagnosia no puede ver esta imagen como un todo

Shenker estaba fascinado con Agnes.

“Ella decía que podía ver muchas líneas cuando le mostramos la foto del ladrón de galletas, y que lo único que podía distinguir era un plato”, cuenta el doctor.

“En teoría, si le hubiéramos mostrado la misma imagen muchas veces, hubiera podido describir toda la escena de forma individual, pero nunca la hubiera podido juntar y verla como un todo“.

Lo realmente sorprendente era que Agnes vivía sola y funcionaba perfectamente bien en su casa.

“De hecho, le daba curiosidad saber por qué me tenía que ver”, señala Shenker.

No se estaba dando golpes contra las paredes y podía encontrar los guisantes, las zanahorias y el pollo para hacerse la comida. Nosotros no sabíamos cómo lo hacía”.

Sólo podía haber una conclusión lógica.

Para Shenker, el cerebro de Agnes debía estar procesando información inconscientemente sobre su mundo y su consciente no tenía acceso a ello.

La prueba de las letras

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Image captionAgnes fue sometida a una prueba de letras y colores

A fin de probar su teoría, Shenker hizo otra prueba.

Le mostró una serie de letras grandes compuesta por letras pequeñas. Por ejemplo, una R grande que estaba hecha de pequeñas B rojas.

Y letras grandes formadas por miniaturas de la misma letra.

El objetivo era ver cuánto tiempo lleva decir el color en que está hecha la letra.

Normalmente, si se trata de una R que está hecha con R rojas minúscula, lleva menos tiempo decir el color que si estuviera compuesta por pequeñas G.

Agnes sólo podía ver las letras pequeñas.

“Le presentamos unas B pequeñas que formaban una G grande, pero ella solo podía ver las B”, dijo Shenker.

“Incluso cuando le dijimos que recorriera con el dedo la letra G, ella no la pudo percibir, sólo vio las B pequeñas”.

Pero la prueba se puso más interesante cuando Agnes pudo decir el color de las letras con la misma rapidez que ocurre cuando una persona sin su trastorno puede predecir el color y ver la letra en grande.

Si por ejemplo habían letras B rojas pequeñas formando una R grande, ella decía el color más rápido a que si las B pequeñas estuvieran formando una G.

Esto demostró que en alguna parte su cerebro estaba procesando esas letras grandes, aun cuando conscientemente no podía tener acceso a esa información.

Nuestra habilidad para procesar de forma inconsciente mucho de lo que sucede en nuestro alrededor nos permite utilizar el consciente en cosas más importantes.

Es un don que damos por descontado.

“Ventana atencional”

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Image captionCuando estamos en la calle, nuestra ventana de atención es más amplia que cuando estamos concentrados en una cosa.

Estas pruebas demostraron que el cerebro de Agnes podía agrupar objetos y usar esta información sin necesidad de enviarla a su consciente.

“El hecho de que no tuviera problemas en hacer su vida, ilustra hasta dónde el cerebro puede procesar cosas inconscientemente, sin que tengas que estar al tanto de ellas”, explica Shenker.

“Nunca encontré un mejor ejemplo de este este concepto”.

La gente con simultanagnosia puede ver distintas partes del mundo, pero no a la misma vez.

Kirsten Dalrymple, quien estudia la percepción en la universidad de Minnesota, llama a esto “ventana atencional”.

Todos tenemos distintas ventanas de atención en distintos momentos.

Si por ejemplo caminas en una calle bulliciosa la ventana de atención es muy amplia, porque están pendiente de muchas cosas que te rodean.

Y si de repente ves a una ardilla a tus pies, tu ventana atencional se hace más pequeña pues te concentras en el animal y todo lo demás se disipa.

Este es el truco que usan los magos para hacer desaparecer las cosas, ellos desvían tu atención de la escena hacia una pequeña parte como sonar los dedos o mover una varita, mientras quitan el objeto fuera de tu área de atención.

Si bien no es muy claro qué parte del cerebro controla esta ventana atencional, pareciera que una buena comunicación entre los lóbulos occipital y parietal tienen que ver con ello.

Estas zonas son responsables de procesar objetos y movimientos, así como de entender las relaciones espaciales.

Es difícil saber si Agnes siempre ha tenido este trastorno o si se desarrolló más tarde en su vida.

Los escáneres de su cerebro mostraron un poco de atrofia en el lóbulo parietal que podría significar el inicio de Alzheimer, lo que podría contribuir a la simultanagnosia.

Desfortunadamente, nadie sabe cómo termina su historia.

Tras unas sesiones, Agnes dejó de ir.

“No creo que haya algo malo conmigo”, dijo en una oportunidad. “¡No se a qué se debe tanto alboroto!”.

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