Debido al constante cambio de dinámicas mundiales, los gobiernos y organismos multilaterales tienen que garantizar la aplicación de estrategias geopolíticas y tecnológicas, representando una reconfiguración latente de las dinámicas internacionales. Frente a esto, surge una dualidad entre el posible arraigo del neoimperialismo o transición a un orden multipolar.

El neoimperialismo, caracterizado por la dominación hegemónica de unos pocos países sobre naciones en vía de desarrollo, mediante el poder blando y constante control político y económico, es combatido por la multipolaridad, impulsando la participación de naciones emergentes en las relaciones internacionales y un sistema de poder más homogéneo.